La Alianza Española contra la Pobreza pide a la sociedad civil que se movilice y reclame nuevas políticas medioambientales y de desarrollo
El próximo 7 de julio (07/07/07) se cumple la mitad del plazo acordado por todos los Jefes de Estado y de Gobierno del mundo para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), los cuales incluyen metas como reducir a la mitad la proporción de personas que pasan hambre o sobreviven con menos de un dólar diario, alcanzar la escolarización universal de todos los niños y niñas, y detener las epidemias del SIDA, la malaria o la tuberculosis, entre otras.
La Alianza Española contra la Pobreza denuncia que los gobiernos firmantes no están cumpliendo con sus promesas y que de seguir las actuales tendencias, en el mejor de los casos los ODM –un compromiso de mínimos– tan sólo alcanzarán un 50% de lo previsto; y en el peor de los casos el panorama mundial habrá empeorado porque la pobreza extrema y falta de oportunidades afecta cada día a un mayor número de personas.
La Alianza Española contra la Pobreza exige cambios de relevancia en las políticas económicas que permitan un desarrollo humano, equitativo y sostenible para todo el Planeta. Mientras no se sustituya el actual modelo de desarrollo basado en el crecimiento económico depredador e insostenible, las promesas de reducción de la desigualdad y la pobreza serán ilusiones vanas.
A la mitad del camino, persiste la resistencia a los cambios necesarios
De seguir así los ODM no se cumplirán, entre otras cosas por la falta de compromiso de los gobiernos de los países enriquecidos y las instituciones financieras internacionales. A pesar de que algunas voces pregonan el buen estado de la economía mundial argumentado con cifras de crecimiento anual sostenido, lo cierto es que dicho crecimiento se sustenta en un modelo de desarrollo que sólo beneficia a un reducido grupo de países y de intereses particulares, que tiene un negativo impacto en el medioambiente y perpetua desequilibrios dramáticos para gran parte de la población mundial, alcanzando cotas de insostenibilidad que amenazan la vida en el planeta. De nuevo, los más vulnerables son los más empobrecidos.
Este modelo de desarrollo es profundamente antidemocrático, porque no representa ni tiene en cuenta a las mayorías que se ven arrojadas a la exclusión y a la miseria, mientras las élites económicas gastan toda la energía y recursos disponibles, utilizando el planeta como un vertedero para sus desechos obteniendo además inmensos beneficios. Las instituciones responsables de la supuesta "gobernanza" mundial y las Instituciones Financieras Internacionales orgánicamente dominadas por los gobiernos de los países enriquecidos, defienden intereses de los grandes capitales privados, perpetuando la injusta situación.
Así, las economías de los países del Sur se ven acorraladas ante la trampa de la deuda externa, la imposibilidad de invertir en sus necesidades sociales y la obligatoriedad de desregular y desproteger sus economías para permitir el acceso franco del capital, de los productos y de los servicios del Norte. En contraste, las corporaciones de capital transnacional se ven beneficiadas por las enormes medidas proteccionistas sólo permitidas a los mercados de la UE, EEUU y Japón.
Así, la Organización Mundial de Comercio (OMC) establece su agenda y sus acuerdos en función de los intereses del mismo capital transnacional, impidiendo a las economías más débiles establecer medidas y políticas de interés general para sus poblaciones, como son la producción y distribución de medicamentos genéricos, la protección de la economía local, el acceso democrático a los recursos naturales o el desarrollo de sistemas públicos de protección social. En definitiva, cada vez se dispone de más libertad para que unos pocos muevan el capital sin trabas ni impuestos, al tiempo que se establecen más muros para impedir a las personas el derecho a la movilidad. Esta dinámica mundial premia la dimensión consumidora y depredadora del ser humano, en detrimento de la visión del mismo basada en los derechos y su condición de ciudadano.
El cambio climático es un síntoma del modelo de desarrollo generador de pobreza
La amenaza del cambio climático parece haber encontrado por fin eco en algunos focos de poder internacional. Desde la Alianza contra la Pobreza insistimos en la relación directa que existe entre el cambio climático y el modelo de desarrollo actual, generador de desigualdad y exclusión, y basado en un consumo despilfarrador y destructor del medioambiente. Denunciamos las falsas soluciones tecnológicas (como los biocombustibles), que no quieren cuestionar el modelo socio-económico-financiero imperante.
Durante el último siglo, los países más ricos han emitido gases de efecto invernadero en exceso. Las consecuencias, sin embargo, las están pagando en mayor medida los países más pobres, mayoritariamente agrícolas y por ello dependientes de las lluvias, y más vulnerables a los cataclismos meteorológicos.
La Alianza española contra la Pobreza considera que el discurso sobre cambio climático no es coherente con las actuales políticas. Por eso, la Alianza señala que la redistribución del gasto energético, del consumo y de la riqueza, deben ser parte de la lucha contra el cambio climático y por un mundo más justo, e instamos a la sociedad civil a actuar, a movilizarse y presionar a las instituciones, al gobierno y a las empresas para promover un cambio profundo en el modelo económico y energético, con el objetivo de evitar que el cambio climático se profundice aún más.
Aún es necesario movilizarse contra la pobreza
Hace dos años, la Alianza entregó al Presidente del Gobierno español el documento "20 medidas para que España enfrente la lucha contra la pobreza en el mundo", escrito que recoge una serie de propuestas para avanzar en la consecución de los ODM. Hasta el momento se han realizado algunos avances, aunque escasos y a menudo ambiguos. España ha incrementado significativamente su aportación a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) pero aún estamos lejos del 0,7%, y aún no se iniciado la reforma para que nuestra ayuda quede desvinculada de intereses comerciales o exportadores. Se han realizado operaciones de cancelación y conversión de deuda, aunque se requeriría una mayor amplitud en las mismas. No se han revisado ni modificado a conciencia los mecanismos con los que el Estado sigue generando deuda en las economías más empobrecidas como son los créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) y la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (CESCE). Se aprobó una nueva Ley de Deuda Externa cuyos esfuerzos en reorientar fondos a la lucha contra la pobreza no llegan sin embargo a cuestionar la legitimidad o legalidad del sistema de endeudamiento vigente.
Además, en el concierto internacional, el Estado español debe defender con más ahínco el derecho a la negociación y a la protección de las economías más empobrecidas. Es preciso reorientar y fortalecer las posiciones negociadoras españolas en defensa de esos principios, así como promocionar normas comerciales más justas y perseguir las prácticas fraudulentas, de evasión u opacidad fiscal. Así, por ejemplo, el Gobierno español respalda que la UE esté imponiendo a 79 países del África, el Caribe y el Pacífico (ACP), unos Acuerdos de Asociación Económica (los llamados EPAs en inglés) diseñados para obligar a eliminar las barreras comerciales para casi todos los productos importados de la UE. Muchos países afectados han manifestado que no están dispuestos a suscribir tales acuerdos. Sin embargo, la UE está amenazando con recortarles la ayuda, si no suscriben esos acuerdos antes de fin de año.
Asimismo hay que lamentar la escasa voluntad política del Gobierno español de aplicar medidas concretas para frenar el cambio climático, tras el anuncio de que el consumo de energía primaria aumentará un 1,9%, en lugar de disminuir un 1%, como había prometido.
Por todo ello, la Alianza desea llamar la atención sobre la vigencia y la necesidad de cumplir las 20 medidas planteadas. Para eso, vuelve a hacerse necesario convocar y movilizar a la ciudadanía para denunciar la deriva actual, especialmente ahora cuando se cumple la mitad del plazo fijado para alcanzar estas metas, y cuando aún hay tiempo para iniciar los cambios necesarios para hacer realidad el otro mundo que es posible y absolutamente necesario.