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Infancia y desarrollo

Publicado el 16 de noviembre de 2010
Es normal que ante las situaciones que ponen de manifiesto la indefensión y el abandono en que viven millones de niños y niñas en nuestro planeta, sintamos la mayor de las indignaciones. Por ello es común emplear la imagen de la infancia en campañas de captación de emociones y compasiones. Pero más allá de la rabia y la compasión que produce el desvalimiento de los menores, es preciso apuntar un par de reflexiones al respecto.

La primera obvia: el futuro más próximo de la humanidad estará en manos de los pequeños de hoy. En las manos de los pequeños que logran sobrevivir a condiciones inhumanas en gran cantidad de países y territorios asfixiados por las injusticias económicas, comerciales y políticas. En concreto, el futuro dependerá de su capacidad de sobreponerse a las dificultades, de rebelarse y de lograr reconducir a sus países por la vía de la dignidad, especialmente en las relaciones con el Norte. Pero también el futuro estará en las manos de los pequeños de nuestro primer mundo: pequeños asfixiados hoy por espirales irracionales de consumo y por liderazgos mediáticos sin más contenido que su propia imagen. Pequeños todos, a los que bombardeamos para que sobresalgan individualmente, y a los que olvidamos subrayar que somos animales políticos: animales que viven en comunidad, que tienen la capacidad de comunicarse y de cooperar para hacer lo que nos distingue como humanos, es decir, tratarnos como personas, sujetos de dignidad que pueden dignificar la vida de todos.

La segunda reflexión tal vez pase más desapercibida, aunque el informe de desarrollo humano de Naciones Unidas, recientemente presentado en Madrid insista en ello. La mejor forma de luchar contra la reproducción de la desigualdad, es teniendo en cuenta que ésta se reproduce intergeneracionalmente. Dicho de otra forma: sólo las sociedades que aplican de forma explícita y constante políticas universales de educación y de salud, que ofrecen cobertura pública, gratuita y universal a todos sus niños y niñas, están en condiciones de ser una sociedad mejor una generación tras otra.

Dejemos pues de creernos cuentos como si fuéramos niños: ni el mercado es el mejor asignador de recursos, ni hay crisis financiera que pueda justificar la reducción del gasto público o las privatizaciones de los servicios públicos a nuestros menores. Tenemos la gigantesca responsabilidad de acabar con las desigualdades y la pobreza. Ya que no somos capaces de hacerlo, al menos protejamos nuestra inversión en políticas públicas en la única garantía para mejorar nuestra sociedad: nuestro futuro son ellas y ellos.

El programa Solidaridad se emite todos los lunes a las 22.00 en Radio 5, RNE.