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Se presenta el XI Informe Anual de la Plataforma 2015 y más: Hacia 2015. Visiones del desarrollo en disputa

Se presenta el XI Informe Anual de la Plataforma 2015 y más: Hacia 2015. Visiones del desarrollo en disputa

Melissa Padilla (Plataforma 2015 y más)
Publicado el 30 de mayo de 2014
Resumen del acto de presentación del XI Informe Anual de la Plataforma 2015 y más: Hacia 2015. Visiones del desarrollo en disputa. La publicación se presentó en el Teatro del Barrio (Madrid) mediante un diálogo en el que participaron Gabriela Sánchez (Eldiario.es), Roberto Bissio (Social Watch), Luis González Reyes (Ecologistas en Acción) y Pablo Martínez Osés. Este artículo hace un resumen de los principales temas que se abordaron en este debate.

El martes 27 de mayo se presentó en el Teatro del Barrio el XI Anuario de la Plataforma 2015 y más con un diálogo abierto al público para analizar y debatir sobre el futuro de la agenda internacional de desarrollo más allá de 2015, sobre las diferentes visiones del desarrollo en disputa que configurarán esta agenda, sobre las políticas públicas que deberán sustentarla y sobre el papel y los desafíos de los actores sociales en ella. El debate estuvo a cargo de Roberto Bissio, Coordinador de Social Watch; Luis González Reyes, de Ecologistas en Acción, y Pablo Martínez Osés, coordinador de la Plataforma 2015 y más. Contó con la moderación de Gabriela Sánchez, responsable de El Desalambre en Eldiario.es.
 
El diálogo se desarrolló en tres momentos. El primero titulado el Mundo en el desarrollo, se centró en la agenda post 2015, a partir de la disyuntiva existente entre el desarrollo económico y el desarrollo sostenible, así como el creciente peso del sector privado en las decisiones del sistema internacional. El segundo momento, relacionado con las Políticas en el desarrollo, orientado al análisis de la coherencia de políticas con el desarrollo y las posturas de los gobiernos respecto a ello, en particular en España y la Unión Europea. Y por último, un tercer momento, relacionado con las Personas en el desarrollo, en el cual se plantea, desde una mirada crítica, la relación entre los movimientos sociales y las Organizaciones No Gubernamentales de Desarrollo (ONGD) en la agenda de desarrollo.
 
En el debate sobre el Mundo en el desarrollo se destacó la urgente necesidad de reconocer la existencia de visiones del desarrollo en disputa y profundizar sobre ellas como vía imprescindible para avanzar en la construcción de la agenda de desarrollo. Por un lado, se afirma la necesidad de avanzar hacia un modelo de desarrollo basado en una armónica relación entre la cohesión social, la sostenibilidad ambiental y la revisión del actual modelo económico, de manera que los patrones de producción y consumo no sigan comprometiendo a las dimensiones social y ambiental. Por otro lado, se plantearon en el debate otras visiones que difieren del concepto mismo del desarrollo, considerando que éste ha estado tradicionalmente vinculado a la concepción de progreso y crecimiento, así como a la falta de reconocimiento de los contextos, dinámicas y límites físicos del ambiente, que cada vez son más latentes y hacen que sea inevitable pensar en otros modelos de consumo. Sin embargo, al interior del sistema internacional, prevalece el convencimiento de que el crecimiento económico, marcado por el Producto Interno Bruto (PIB), continúa siendo la principal dimensión explicativa del desarrollo, una noción que continúa sin ser representada desde amplios sectores por la idea de la multidimiensionalidad que destacara Amartya Sen. Esto se ha visto de manera más precisa cuando se definieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), hoja de ruta que traslució el modo de pensar que situaba los problemas del desarrollo estaban “afuera de los países del Norte” y concebía a la ayuda internacional como una de las herramientas privilegiadas para enfrentarlos. Además de un enfoque insuficiente, a poco tiempo de finalizar el plazo de cumplimiento y a partir del análisis de las proyecciones que recoge el el capítulo del anuario elaborado por Economistas sin Fronteras, se evidencia que han predominado los incumplimientos sobre los cumplimientos, y que las medidas adoptadas, durante estos últimos tiempos, esconden grandes desigualdades.
 
Tambien los mecanismos puestos en marcha para la configuración y gobernanza de la nueva agenda fueron debatidos en este bloque. En concreto, se plantearon dificultades sobre la gobernabilidad global del desarrollo, la cual actualmente está siendo condicionada por la creciente participación de las corporaciones y empresas en las decisiones del sistema internacional, y en particular, al interior de las Naciones Unidas (NNUU), con relación a la definición de la Agenda post 2015. En el marco de la definición de esta agenda se han creado espacios que legitiman su participación y atribución de derechos, caso contrario con las consultas, debates y espacios para la participación de la sociedad civil, en los cuales sus propuestas no se han traducido en políticas. Esto ha significado un desplazamiento no solo de la sociedad civil, sino también de los Estados y los actores públicos, en la toma de decisiones globales, además de una tercerización del desarrollo, donde los gobiernos se están desresponsabilizando del mismo, sin que las empresas asuman responsabilidades al respecto. Todo ello en un contexto en el que el poder financiero ha empezado a sustituir las políticas públicas, concentrando el poder y la riqueza en pocas manos, lo cual trae como consecuencia el crecimiento de las desigualdades y el abandono de políticas sociales que redistribuyan la riqueza y pongan en el centro de sus políticas a los derechos humanos. De esa cuenta, para la agenda post 2015, se hace necesario, entre otras cosas, definir también objetivos para los países del Norte y exigir medidas para su cumplimiento que involucren la acción de los estados, los organismos internacionales y las empresas.
 
Cuando los problemas del desarrollo han adquirido una dimensión global, superar estas dificultades exige construir una mirada más amplia, puesto que no pueden ser atendidos solo por la discursiva nacional, por lo que la única forma de avanzar hacia un mundo más equitativo y justo, pero también más estable y seguro, es creando políticas de carácter transnaciona y multinivel, que aobrden la multidimensional del desarrollo, y que permitan gestionar, desde la promoción de la acción colectiva, estos problemas que no solamente son amenazas para un grupo de países, sino también para todo el sistema y la sociedad internacional. Por ello, se plantea cambiar los modos de consumo, profundizar en la democracia, en cuanto a la participación de la sociedad civil en la esfera pública nacional e internacional, y tratar la desigualdad de acceso, renta y ambiental, entre otros elementos, como parte de las transformaciones que hay que poner en corazón de las agendas del desarrollo. Esto implica modificar las relaciones de poder y enfrentar los intereses que anteponen el interés privado sobre el interés colectivo en el abordaje de los problemas del desarrollo.
 
De esta manera, se evidencia la necesidad de articular distintas alternativas a la visión tradicional del desarrollo y de establecer redes y movilizaciones globales que permitan enfrentar los desafíos propios de un mundo interdependiente. En otras palabras, empezar a utilizar distintos conceptos que marquen un horizonte emancipador, y generen estrategias de diálogo que planteen otras perspectivas alternativas a visión reduccionista que reduce la noción de desarrollo a la dimensión económica.
 
En cuanto a la Política en el desarrollo, la discusión giró en torno a cómo las políticas de cooperación al desarrollo han empezado a ser coherentes con el modelo económico actual, desvirtuándose en ejemplos como el capitalismo violeta o el crecimiento inclusivo, que esconden una concepción del desarrollo supeditada a las lógicas financieras. En este sentido, el desmantelamiento de las políticas de cooperación trasciende a la drástica reducción de la AOD, puesto que también está dado por un cambio en el discurso respecto al desarrollo y en la institucionalidad respecto a los mecanismos e instrumentalización creados para el cumplimiento de sus objetivos, así como por la ruptura del consenso social y político en torno a líneas más básicas sobre las que se había construido la política de cooperación. Por todo ello vivimos una crisis del modelo de cooperación, que no debe confundirse con la crisis de la financiación de la misma, y que tiene que ver con la incapacidad del sistema internacional de adaptarse y dar respuesta a la persistencia y profundización de muchos de los problemas de desarrollo y, dada su naturaleza, a las demandas de gobernanza como resultado de la redefinición del poder en el escenario mundial. Esta configuración del poder responde a los crecientes intereses del sector privado empresarial en la dinámica de la cooperación al desarrollo, el cual, al considerarse como aliado, supone una dificultad para poner en el centro del desarrollo a los derechos humanos.
 
La cooperación al desarrollo es necesaria y seguirá siendo necesaria, y debe ser integral, horizontal, capaz de potenciar las capacidades locales y de fortalecer a los sujetos que son prioritarios a la hora de cambiar y transformar el estatus quo actual. En efecto, el análisis de las dinámicas globales y la superación de las asimetrías en el sistema internacional de ayuda, ampliaría el marco de la cooperación, hasta ahora muy limitada por la naturaleza voluntaria, asimétrica, desregulada y fragmentada de este sistema.
 
Es por ello que se hace importante plantear la Coherencia de Políticas de Desarrollo (CPD) como el compromiso que debe llevar a analizar, promover y exigir que todas las políticas incorporen la perspectiva del desarrollo desarrollo. En definitiva, aspirar a que la visión de desarrollo esté integrada en todos los procesos de toma de decisiones. Asimismo, considerar que precisamente por habitar en un mundo crecientemente interdependendiente, la CPD debe ser integrada a los espacios multilaterales, estatales, regionales y locales. Un ejemplo de la importancia de integrar la CPD, es el caso de la Unión Europea, puesto que ésta desarrolla en la actualidad un papel dual en la promoción del desarrollo humano, con efectos positivos y negativos. Por un lado contribuye a que los estados cumplan sus obligaciones en términos de desarrollo, pero por otro lado, impulsa políticas que promueven recortes en gastos sociales o apoyan a dictaduras, bajo intereses económicos y de seguridad, en detrimento de la protección de la ciudadanía de las personas que viven en otros países.
 
Desde la Plataforma 2015 y más se ha estado trabajando en construir otra mirada de lo que significaría el análisis de la coherencia de políticas en España. El reto está en medir las políticas generales del gobierno y revisar en qué medida cada una ellas promueve o no el desarrollo. Esto implica dejar de limitar la coherencia a la lógica del impacto, para aplicar en su análisis varios enfoques que permitan medir toda la doctrina de los derechos humanos, así como elementos relacionados con la gobernabilidad y la ecología, en todo el ciclo de la política.
 
Respecto a las Personas en el desarrollo, en el diálogo se debatió sobre la necesidad de revisar la relación entre las ONGD y los movimientos sociales que en el contexto de crisis parece haberse acrentado, además de otros aspectos como la reducción de fondos públicos y privados destinados a la cooperación, el énfasis en subjetividades menos globales y la nueva reconfiguración del poder, la cual ha generado distintas solidaridades. El distanciamiento entre las ONGD y los movimientos sociales se ha dado, en buena medida, por la mirada crítica, y probablemente simplificadora en ocasiones, de estos sobre el proceso de profesionalización de aquellas y al alejamiento la base social, fenómenos que si sitúan en la base de la denominada “desnaturalización de las ONGD”. Asimismo las ONGD no siempre han encontrado el acompañamiento de los movimientos sociales en los espacios internacionales, lo que sin duda también ha contribuido a agrandar la distancia de actores. Si el potencial de los movimientos sociales reside, entre otras cosas, en su capacidad de construir agendas alternativas y repolitizar lo cotidiano, el de las ONGD lo hace, en buena medida, en aportar sentido en torno a la idea de desarrollo, así como en su capacidad de incorporar las demandas sociales a los espacios institucionales, en definitiva, a democratizarlos. La necesidad de articular la voz de la sociedad civil en los espacios ?locales, estatales e internacionales?de construcción de la agenda de desarrollo es una llamada al impostergable encuentro de estos dos actores.
 
Más impostergable aun en actual contexto de debilitamiento de políticas públicas y drástico recorte del presupuesto de la cooperación, que introduce el riesgo, ante la debilidad de la base social, de desarticulación del tejido asociativo en torno a la defensa del desarrollo. Así pues, el desafío reside en mirar de una manera global las problemáticas y actuar de una forma coordinada, por lo que fortalecer la alianza entre la base social y el sector de la cooperación, puede ser una alternativa para su fortalecimiento. Ello implica, no obstante, un cuestionamiento a la mirada estrecha sobre las políticas de cooperación para abordar una visión complementaria entre las ONGD y los movimientos sociales desde una perspectiva alternativa e integradora basada en una agenda global (internacional, estatal y local) de desarrollo.
 
Además de lo anterior, se visualizan otros desafíos para las organizaciones sociales, los cuales pueden ayudar en la construcción de esta agenda, a partir del fortalecimiento de su relación con la movilización social y del análisis de otras alternativas al desarrollo.
 
·        Recuperar por parte de las ONGD el ritmo que desarrolla la base social, evitando asumir los calendarios y la instrumentalización que imponen otros elementos, que progresivamente pueden contribuir a alejar la base social. Para ello, en un sentido ideal, debe pesar menos los espacios burocráticos que las bases sociales, y el pensamiento técnico que la discusión política.
 
·        Estructurar auto-organizaciones sociales que construyan trasformaciones más allá de la orientación política y económica de los gobiernos. Los formatos de los gobiernos no son agencias, sino filtros para el cambio, de ahí la importancia de cuestionar la incapacidad y los limites existentes que existen para construir base social desde abajo.
 
·        Generar emociones y buscar satisfactores de necesidades en los que más gente se aglutine, para mover la sensibilidad respecto al desarrollo sostenible y la cooperación. Siendo estrategias útiles para promover cambios en las solidaridades, desde un enfoque emocional, y enlazarse con distintos agentes movilizados y no movilizados.
 
·        Profundizar en las cuestiones de género como parte fundamental de las alternativas al desarrollo en las que se requiere avanzar. Otras dominaciones no serán superadas, sino se parte de la superación de las relaciones de dominación entre hombres y mujeres.
 
En definitiva, la presentación del Anuario de la Plataforma 2015 y más se ha convertido en un espacio para articular, a partir del diálogo y la reflexión, redes con otros sectores y actores que permitan ir construyendo e incidiendo en la creación de una agenda alternativa del desarrollo, desde una mirada holística y transformadora, en el que la justicia y la equidad social estén en la base de todas nuestras acciones.
 
Links del evento
Presentación completa del anuario:
 
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Publicación del XI Informe Anual de la Plataforma 2015 y más: